
Coatzacoalcos. Panorámica desde el Edificio de la Asociación Ganadera. Fotografía de Eusebio Estrada Amaya
Una ciudad no sólo es la proyección tridimensional de su emparrillado, de su lotificación, o de su antiguo trazo de la propiedad privada, no sólo es el cascarón de concreto, vidrio y metal marcado por el tiempo y el clima, ni sólo es la vida industriosa y comercial de sus habitantes, también es el sueño, los deseos y las ganas mismas de vivir y ser feliz que esos habitantes manifiestan de cuando en cuando, o cada vez que están a punto de rendirse en medio de la rutina y el aislamiento. Entre más ajena parece la ciudad, más se esfuerza la gente por realizar sus anhelos, por sobrevivir a la indiferencia y la soledad.