Una fachada xalapeña verdaderamente alucinante. El paisaje urbano se recompone con la magia del color, sin modificaciones de fondo.
La calle estrecha deja de estar limitada por los simples y viejos muros. Éstos ahora son lienzos donde se plasma el gusto por los colores puros y cálidos, por los constrastes vibrantes, que buscan inyectar la vitalidad que los años de centralismo y paternalismo político han arrebatado al pueblo. Hasta parece que el graffiti es la firma del rebelde pintor.
Fotografía de Hermilo Gómez.
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